Por qué necesitas hacer yoga a los 50 años: flexibilidad, fuerza y mente sana para mantenerte en tu peso y acelerar el metabolismo

José Ignacio Núñez Ayuso • 6 de septiembre de 2022

El yoga ya no es solo una moda pasajera. Es tendencia entre otras cosas por sus beneficios a cualquier edad, y más a partir de los 50: flexibilidad, fuerza, mente sana…

Cada vez está más extendido practicar yoga y da gusto ver esos gimnasios llenos de gente madura haciendo asanas. Tienen buenos motivos. Según un estudio realizado en Estados Unidos, casi el 38 % de los practicantes de yoga tienen más de 50 años. Se trata de una generación que se considera responsable de su salud y envejecimiento en lugar de pasar de todo. ¡Bien hecho!

Si todavía no te has lanzado y estás considerando embarcarte en el viaje del yoga, tienes razones de peso. Una de las mejores cosas es que siempre vas a encontrar un estilo de yoga adaptado a ti. Se trata de una disciplina que va a hacer mucho por ti a todos los niveles: físico y mental.

Mejora tu estado físico
Si tienes más de 50 años y has practicado algún tipo de ejercicio durante un tiempo, puedes comenzar a notar pequeños cambios aquí y allá en lo que respecta a tu fuerza, resistencia y flexibilidad. Al igual que cualquier tipo de actividad física, a medida que acumulas años algunas actividades que solían ser sencillas comienzan a ser un poco más exigentes. Mantener y mejorar el estado físico se vuelve más un camino cuesta arriba a medida que acumulas kilómetros en tu cuerpo.

Ocurre lo mismo en el yoga. Si el estilo que has estado practicando ya no te hace sentir bien, debes pensar en probar algo nuevo. Si a los 30 te encantaba el yoga sudoroso, igual ya no es tan bueno cuando se presentan los sofocos. No significa que tengas que colgar tu esterilla de yoga, sino que hay que readaptarse. Hay tantos estilos de yoga que permiten que la práctica cambie contigo. Escucha a tu cuerpo y asimila los cambios que estás experimentando.

Si eres novata y solo buscas comenzar después de los 50, utiliza accesorios como cinturones, bloques y sillas para que las posturas sean asequibles y sencillas para todo tipo de cuerpos, independientemente de edad, lesiones, enfermedades y demás.

Las mujeres no solo pierden parte de su flexibilidad física durante la menopausia, sino que también pueden notar que su capacidad de concentración ha disminuido. Añade una vida familiar cambiante, como los niños adolescentes o el cuidado de padres mayores, y encontrarás una sobrecarga de estrés adicional. Estos cambios físicos y emocionales también pueden conducir a la depresión.

Mente sana
El yoga puede ser muy útil para aliviar la depresión a medida avanzas en su práctica. Adquieres nueva flexibilidad en tu columna vertebral y recuperas la confianza en tu físico, lo que te lleva a mejorar tu optimismo y confianza. No hay limitaciones de edad en el yoga.

Hay muchos ejemplos inspiradores. Por ejemplo, está el caso de Tao Porchon-Lynch, un profesor de yoga de 98 años en Nueva York que se ha convertido en un fenómeno viral del fitness con sus vídeos. ¿Por qué no intentar llegar a esas edades llenas de salud?

Unos consejos para empezar con el yoga a los 50
Lo primero que debes tener en cuenta es que, como toda nueva práctica, requiere un periodo de aprendizaje. No importa lo bien que creas que te conoces a ti misma porque es probable que descubras cosas que no sabías a medida que avances con tu práctica. Empieza poco a poco y de la mano de expertos.

Debes tener paciencia y nunca pensar que nunca podrás realizar esto o aquello o que no estás al nivel de las demás. Dicen que «la comparación es la ladrona de la alegría». El yoga se llama « práctica» por una razón. Tenlo claro: el yoga no es un deporte competitivo. Empieza con tanta humildad como confianza.

Y no tengas miedo de probar diferentes estilos y diferentes posturas. Cada quien es cada cual, como decía la canción, y muchas veces es un viaje en sí mismo encontrar el yoga que mejor se adapta a tus condiciones y necesidades. Porque la búsqueda siempre tendrá premio: es imposible que no haya un yoga para ti.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 16 de enero de 2023
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Por José Ignacio Núñez Ayuso 16 de enero de 2023
En realidad no es sólo la palabra más curativa, sino también la más solidaria y la más humilde. Tiene 14 letras. Son estas: A-G-R-A-D-E-C-I-M-I-E-N-T-O Uno de los errores más graves, y además peligrosos, es considerar que el 100% de lo que tenemos es el 100% de lo que nos corresponde. Es cierto que aquella parte de lo que disfrutamos en nuestras vidas por la que hayamos luchado y trabajado con ahínco sí nos corresponde. El problema es que eso es tan sólo un pedazo de todo aquello con lo que contamos. Hay un trozo enorme que no es un merecimiento, sino un regalo. Y sería un error enorme pasar tan tranquilos por la vida con esa sensación fea y arrogante de «si es mío es porque me lo merezco» y olvidarnos de decir gracias, a veces hacia dentro, a veces hacia fuera: gracias a la vida, gracias a nuestra comunidad, gracias a todos aquellos que han construido todo lo que hoy nosotros disfrutamos y gracias a nuestros seres queridos, sin los cuales quizás sí seguiríamos siendo felices, pero lo seríamos infinitamente menos. Somos unos auténticos privilegiados por vivir donde vivimos, por las oportunidades que tenemos, por las personas que nos acompañan, por la salud de la que gozamos, y por contar con los privilegios con los que nuestros abuelos soñaron. E igual que el que menos da las gracias es el que menos se merece el regalo, el que menos agradecimiento muestra en la vida es el que menos se merece el privilegio de vivirla. Para merecer lo bueno hay que saber aplaudirlo, puesto que aplaudir es agradecer. La palabra «agradecimiento» es tan poderosa que incluso tiene el poder de transformar tu estado de ánimo de forma casi instantánea. Te voy a contar la regla «3 × 60», y te pediré que pongas a prueba su eficacia. Cuando algún día te encuentres desanimada, sin ganas, y con la moral por los suelos, llama a tres personas antes de 60 minutos y tan sólo diles lo agradecido que estás de que estén en tu vida. Las tres llamadas serán supuestamente una muestra de afecto, en forma de palabras, hacia la otra persona, lo cual, para cualquier observador sería visto como un gesto altruista. Sin embargo, ¿adivina quién será el mayor beneficiado? Tú. ¿Por qué? Porque tu estado de ánimo habrá pegado un vuelco. Para bien. Al cabo de los 60 minutos es absolutamente imposible que te sientas igual de decaída que antes de haber llamado. Ese es el poder del agradecimiento. Te llena de humildad pero también de paz. Pone fin al aislamiento al hacerte sentir parte de algo más grande que tú y te da unas dosis de medicamento para el ego cuando este se dispara. En definitiva, te cura. Sé consciente de lo poco que puede durar lo bueno que tienes. No para vivir con más temor, sino para vivir con más agradecimiento.
16 de enero de 2023
La depresión tiene mayor indicencia en mujeres y suele empezar con la falta de motivación La depresión no es cuestión de voluntad ni debilidad, todos podemos padecerla
Por José Ignacio Núñez Ayuso 31 de agosto de 2022
Los beneficios de la práctica del yoga son conocidos: fortalece los músculos, mejorar el sueño o reducir el estrés. Pero también puede ayudar con la pérdida de peso. Y te preguntarás: «¿Cómo puede ser posible si apenas te mueves?». Pues créelo porque es cierto. No todo es movimiento y sudar ferozmente. Hay muchas maneras diferentes por las que el yoga puede ayudar con la pérdida de peso, y no se trata solo de las calorías que quemas en tu esterilla. Si se hace bien, se convierte en un cambio de estilo de vida que a su vez puede ayudar a aumentar la actividad física y disminuir la llamada «alimentación emocional», que tiene mucho que ver con los antojos. Y puede ayudarte a controlar el estrés, lo que a su vez puede ayudar a mantener el peso. Los datos demuestran que el yoga está relacionado con la pérdida y el mantenimiento del peso debido a varios factores, entre ellos: el gasto de energía durante las sesiones de yoga, fomentar más ejercicio al reducir el dolor de espalda y el dolor en las articulaciones, aumentar la atención plena, mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés. Un estudio publicado en 2016 analizó datos recopilados de entrevistas con 20 adultos que aseguraron haber perdido peso a través de la práctica de yoga. Las respuestas de los participantes apuntaron a varios factores que ayudaron a eliminar kilos: un cambio hacia una alimentación más saludable, el impacto de la comunidad y la cultura del yoga, cambios físicos y cambios psicológicos. El yoga y la alimentación consciente (mindful eating) Estás fortaleciendo más cosas que solo tus músculos cuando abres tu esterilla. Cuando mantienes una postura durante un período prolongado de tiempo, te conectas con cómo se siente tu cuerpo. Tu instructor te puede pedir que controles tu respiración y prestes atención a lo que te dicen tu mente y cuerpo, que es una forma de aprender y practicar la atención plena. Y practicar la atención plena en su esterilla también puede ayudar cuando se trata de practicar hábitos alimentarios conscientes. La alimentación consciente (mindful eating) es una tendencia en auge y consiste en reconocer las señales de hambre y limitar los atracones. Con el tiempo y la práctica, es posible que incluso te concentres en qué alimentos te hacen sentir alimentada y con energía, y cuáles tienen más efectos negativos (como hacerte sentir abotargada o la tripa hinchada). Y son todos estos comportamientos los que pueden ayudarte a seguir una dieta o un plan de alimentación para bajar de peso o a elegir alimentos más saludables en general. El yoga se ha relacionado con cambios en el comportamiento alimentario, específicamente reduciendo la grasa en la dieta y agregando más vegetales frescos, granos integrales y productos a base de soja. Un estudio publicado en 2015 en el Journal of Sport and Exercise Psychology analizó datos de encuestas a 159 mujeres que practicaban yoga o ejercicios cardiovasculares con regularidad. Este grupo era significativamente menos propenso a tener malos patrones de alimentación respecto a los que hacían ejercicio cardiovascular. El yoga contribuye a controlar el estrés. Hay muchas maneras por las que el estrés puede contribuir al aumento de peso, y en particular el estrés crónico no controlado. El yoga puede ayudar a reducir los niveles de estrés crónico. La respiración y la meditación son pilares de la práctica del yoga y ambas contribuyen a aumentar la energía, mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de estrés. El estrés puede hacer que la pérdida de peso sea muy difícil porque puede hacer que aumente el cortisol, comer por estrés y tener problemas para dormir. La respiración profunda ayuda a eliminar el estrés y revertir algunos de estos efectos negativos que pueden dificultar la pérdida de peso (o contribuir al aumento de peso). El yoga ayuda a desarrollar músculo Desarrollar masa muscular es otra forma que tiene el yoga de ayudar a perder y mantener el peso. Cuando piensas en fortalecer los músculos, lo asocias con una sala de pesas y mucho sudor. En yoga, usas tu propio peso corporal como una forma de resistencia. Todo tu cuerpo está trabajando para mantenerte en equilibrio de forma que todo funcione. Estás usando los músculos de los hombros, el core, las caderas y las piernas para sostener tu cuerpo en la postura. Una revisión publicada en junio de 2016 en la revista Preventive Medicine analizó 30 ensayos con más de 2.000 participantes y concluyó que el yoga puede reducir la relación cintura-cadera en adultos sanos, así como el índice de masa corporal (IMC) en personas con sobrepeso u obesidad. La ciencia lo respalda: el yoga adelgaza.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 22 de agosto de 2022
Entre la desconexión y la salida de nuestra rutina habitual, son muchos los que dan por hecho que el verano les va a traer además de muchos planes sociales, descanso, nuevas experiencias y algún kilo de más. Pero nada más lejos de la realidad ya que es nuestra decisión evitar que esto ocurra. El verano es una época dónde solemos hacer más vida social y todo ello supone más comidas de por medio. Solemos alejarnos de nuestra residencia habitual por unos días o semanas y, con ello, dejamos de lado todas nuestras rutinas e incluso la actividad física. Así que si quieres mantener un peso adecuado este verano céntrate en estos cinco puntos para conseguirlo: 1. Actividad física Aunque en verano no solemos hacer deporte, una de las premisas que más va a agradecer nuestra salud es no pasar de 100 a 0. Alejarnos de unas vacaciones sedentarias va a ser determinante para que nuestro cuerpo no sufra un cambio en las vacaciones. Gestos como realizar planes que impliquen movimiento, hacer turismo, actividades propias de la época como nadar o incluso mantener un nivel de pasos diarios (más de 10.000) va a hacer que nuestro cuerpo mantenga un gasto energético óptimo para que no sufra un cambio de manera repentina. Además, el verano es sinónimo de viajar, descubrir nuevos lugares o nuevas formas de divertirse. Procura introducir siempre alguna actividad que implique el movimiento, te divertirás mientras te cuidas. No abandones el gimnasio, aunque reduzcas la asistencia, intenta mantener una frecuencia de visitas a tu centro, de esta manera, no te costará tanto volver a la rutina cuando empiece el curso. 2. Alimentación equilibrada Una de las cosas que más nos hacen desistir y tirar la toalla en vacaciones con nuestros hábitos es lo difícil que se hace seguir la alimentación habitual y ya solo por eso tendemos a pensamos que por ello vamos a ganar peso. Pero este pensamiento, solo hará que desistamos y potenciemos el ganar peso al decirnos ‘ya que me voy a pasar X días, por uno más no pasa nada, lo retomaré en septiembre’. El equilibrio y una buena concepción de lo que es la alimentación saludable aquí va a ser clave para que esto no ocurra. Si te gusta cuidarte (porque ojo, cuidarse también es un placer) y durante el año has hecho las cosas bien, unas semanas no van a arruinar todo lo conseguido. Si consigues un equilibrio entre los planes sociales y los pequeños gestos que están en tu mano, el cambio va a ser mínimo. Y recuerda que la alimentación saludable es un estilo de vida que vela por tu salud, y que si disfrutas de sus beneficios más allá de los que se perciben en el físico, no lo dejarás de lado tan fácilmente. 3. Vigilar las calorías líquidas Y aquí viene el punto que menos tenemos en cuenta y más puede ayudarnos a reducir una ingesta calórica diaria excesiva: las calorías líquidas. Las largas tardes o noches en chiringuitos propician que consumamos grandes cantidades de calorías exentas de valor nutritivo. Bebidas alcohólicas, refrescos, granizados,… Si limitamos este tipo de bebidas a días puntuales de eventos y planes, mientras mantenemos un nivel de hidratación óptimo durante el día con agua, podemos conseguir no aumentar de peso significativamente y tu salud lo agradecerá. 4. Descanso Las vacaciones están también para descansar, así que intenta mantener unos horarios de descanso óptimos que ayudarán a que nuestro reloj interno, que regula nuestro sistema hormonal y entre otras cosas, la sensación de las señales que nos indican hambre/saciedad y hacen que nuestro organismo esté en plenas facultades, se encuentre regulado, contribuyendo a mantenernos en un peso saludable y sin disrupciones. 5. Y, siendo realistas, lo más importante en la práctica: el equilibio Ahora solo queda que esto se lleve a la práctica, y no nos vamos a engañar, vamos a tener más planes sociales que habitualmente. Así que la misión de estas vacaciones es disfrutar de aquellas comidas sociales, combinarlo con aquellos días que podemos incorporar alimentos nutritivos y adecuados a nuestro gasto energético, priorizar snacks saludables e hidratarnos correctamente a lo largo del día. Reduce los días de grandes cantidades de refrescos/bebidas alcohólicas y aumenta el número de pasos diarios. Descansa bien por las noches y vuelve a la rutina con las pilas cargadas y habiendo realizado un balance entre la salud y el disfrute.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 15 de agosto de 2022
La presoterapia consiste en la aplicación de presión estratégica para realizar un drenaje linfático mediante un traje neumático que hace masajes de compresión y descompresión sobre los tejidos a tratar. Para poder realizar este tratamiento, se cubre el cuerpo con un traje de pies a brazos. Este traje emplea cámaras de aire que aplican presión para realizar un masaje neumático. Aunque el traje está pensado para cubrir todo el cuerpo, puede usarse también en zonas concretas como brazos o piernas, por ejemplo. Los beneficios de la presoterapia A través del masaje que realizan las cámaras de aire, se aceleran los procesos metabólicos y los que se encargan del drenaje. Además, se produce una notable mejora en la circulación de la sangre, puesto que el tratamiento consigue un retorno venoso más rápido. De ahí que los cambios de la presoterapia antes y después sean bastante evidentes. Durante la sesión de presoterapia, lejos de resultar doloroso, lo que produce en quien la toma es una sensación profunda de relajación y bienestar. Esta presión alivia los músculos como si se tratara de un masaje y se consigue aliviar el estrés. Además, puesto que estamos hablando de un tratamiento no invasivo, se pueden tomar estas sesiones hasta dos veces por semana. Respecto a la duración del tratamiento, por lo general estas se sitúan entre la media hora y los sesenta minutos, aunque el tiempo de duración de las sesiones dependerá de muchos otros factores. La diferencia en la presoterapia antes y después se aprecia claramente en los resultados que se obtienen tras la intervención, al hacerse visibles todos los beneficios obtenidos. La capacidad de eliminar líquidos y toxinas es uno de los mayores atractivos de esta terapia basada en la presión, pero sus virtudes van mucho más allá. Piel más lisa Una vez finalizada la sesión se nota una mayor firmeza y relajación en piernas, abdomen y brazos. Además, con esta terapia se potencian los efectos de cualquier otro producto o tratamiento estético que estemos utilizando. Es por este motivo por el que se puede combinar esta terapia con tratamientos para combatir la celulitis y, de esta forma, potenciar los resultados. Mejor recuperación física tras el parto Muchas mujeres que acaban de dar a luz están preocupadas porque su figura ya no es la misma. La presoterapia promueve la recuperación en este sentido, ya que se eliminan edemas y linfedemas. Así, no solo puede resultar de gran ayuda para las mujeres que han tenido un parto, sino que también puede resultar útil tras tratamientos de liposucción o ciertas operaciones. Estimula la circulación El tratamiento de presoterapia sirve para estimular y mejorar la circulación. Esto suele conllevar otros efectos positivos, como la mejora de la oxigenación, el tono y la firmeza de la piel. Además, gracias a que se estimula la circulación, también mejora el funcionamiento del sistema inmune. ¿Cuándo se empiezan a notar los efectos de la presoterapia? En la presoterapia antes y después se pueden apreciar varios cambios y además bastante inmediatos. De hecho, al finalizar la sesión se evidencia una piel mucho más lisa y se elimina la sensación de piernas cansadas, reduciéndose así la fatiga muscular. Por otro lado, es una buena aliada para favorecer el aspecto de la piel de naranja, ya que ayuda a conseguir una piel más tersa y luminosa. También es una buena opción para mejorar el curso de los trastornos venosos, y evita que aparezcan varices. Asimismo, el tratamiento reduce la inflamación y la hinchazón de la zona del abdomen, en piernas y en los brazos, causada por la retención de líquidos. ¿Cuántas sesiones de presoterapia son necesarias para ver resultados? Lo cierto es que no hay un mínimo de sesiones imprescindible, aunque los profesionales de la medicina estética no invasiva suelen recomendar entre 10 y 12 sesiones de presoterapia para conseguir todos los beneficios. Así, con esta cantidad de intervenciones se logran mejores resultados a la hora de reducir la flacidez, la celulitis y la grasa acumulada. Por lo que respecta al precio de la presoterapia, este dependerá de cada centro especializado en medicina estética. No obstante, cada sesión puede rondar cerca de los 25 o los 30 euros. No obstante, como hemos dicho, el coste puede variar en función de cada clínica. ¿Quién no puede hacer presoterapia? Como ocurre con muchos otros tratamientos, la presoterapia no es apta para todo el mundo. En los casos en que se dan los siguientes tipos de problemas de salud, enfermedades u otras patologías, no se indica realizar este tipo de tratamiento: Pacientes con problemas circulatorios. En casos de problemas cardíacos, de hipertensión e hipotensión. En pacientes con trombosis venosa profunda, tromboflebitis superficial o insuficiencia arterial. Si se presentan infecciones o inflamaciones en la piel. Si existen problemas de hipotiroidismo. Pacientes oncológicos. Los tratamientos de medicina estética no invasiva cada vez avanzan más, por lo que resulta más fácil encontrar técnicas sencillas y embellecedoras para solucionar varios tipos de problemas e imperfecciones. La terapia basada en la presión es una de ellas, pero también encontramos la cosmética y los tratamientos faciales, entre otros tratamientos estéticos corporales.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 15 de agosto de 2022
Muchas prometen hacerte perder peso a toda velocidad. Otras doblan la apuesta y añaden “sin pasar hambre”. También están las del órdago a los tóxicos que el organismo no es capaz de eliminar (sean los que sean), las que cambian aseguran tener el poder de convertir el michelín en bíceps y las que te hacen ver un curioso enemigo: algún porcentaje del agua del organismo. Librarse del hambre no es fácil Si te rugen las tripas a todas horas, tienes muchas papeletas de fracasar en el intento de perder peso. De ahí el éxito de las que aseguran aligerar sin padecerlo. Primer fake: según un estudio de la Universidad de Sheffield, acabar con el apetito y la saciedad requiere llevar a cabo una compleja operación. La cantidad de calorías ingeridas es una variable, pero también influye el gasto de energía que el organismo prevé hacer, los estímulos visuales y olfativos, los hábitos alimenticios y otros factores, como que hay más de un tipo apetito (físico –por supervivencia–, emocional, del paladar…). El cansancio, el estrés y la ansiedad también intervienen así que hay que tratar muchas más cosas que el acto de comer. Aclarado esto, es cierto que las proteínas sacian, por lo que no se puede acusar a las dietas que limitan los hidratos en favor de este nutriente y las grasas (llamadas cetogénicas, puede que te suene la moda de la dieta keto) de mentir cuando alegan este triunfo: aplacan el apetito por una acción sobre la leptina, una hormona relacionada con la saciedad, y la ausencia de subidas y bajadas de insulina (aunque no está claro que ese efecto se mantenga en el tiempo). El ayuno intermitente también se refiere a este último efecto como razón para que no esté todo el rato pensando en comer. Los “peros”: “en los tres primeros días se pasa mal. Puede haber dolor de cabeza, sensación de flojera… Pasar hambre constantemente es la mejor receta para abandonar la dieta. Nadie puede asegurar el tiempo que va a tardar Y menos que será poco. Solo hay una manera de meter el turbo, la inanición, pero uno no quiere acabar como un naúfrago o los prisioneros de un campo de concentración; no son precisamente ejemplos de buena salud. Para perder un kilo hay que crear un déficit de 7.000 kilocalorías. Si una persona que quema unas 2.000 al día [cuidado, las hay que no llegan a las 1.200 ni haciendo ejercicio…], se organiza un plan para ingerir solo 1.500 y no se lo salta jamás, podría quitarse entre 400 y 700 gramos por semana (de 2 a 3 kilos al mes), en el mejor de los casos. La dieta del 5%: ¿y si fuera mejor perder tres kilos que seis… aunque te sobren seis? Acelerar esas cifras significa comer mucho menos de lo esencial y es probable que falten nutrientes. Este es el reclamo de algunos programas de pérdida de peso radicales, que en la práctica se traduce por no comer prácticamente nada o, directamente, ayunar. Uno de los más famosos es la dieta de la savia. Es un peligroso método que consiste en sustituir, durante 10 días, todas y cada una de las comidas por una bebida a base agua, sirope de arce, zumo de limón y pimienta de cayena. ¿Adelgazas? Obviamente. Pero también bajas al mínimo el metabolismo basal [la energía que quemamos solo por vivir, el organismo se pone en guardia y consume lo mínimo imprescindible] y el efecto rebote es bárbaro e inmediato. Por si fuera poco, vivir con la calculadora en la mano no hará más eficiente tu estrategia porque hay otra mala noticia: no todas las calorías engordan igual y el camino inverso (adelgazar) no es estrictamente proporcional. Los milagros quemagrasas, para Lourdes Algunos vendehumos ensalzan alimentos o circunstancias que llevan al sistema digestivo a fundir calorías en plan industrial. Así, sin esfuerzo, cual detergente. Está el vinagre de manzana. Tienes que beberte un chupito a palo seco, porque así se supone que creas una película protectora que ya te permite comer lo que quieras y sin engordar. Lo que consigues son papeletas para un problema estomacal serio. Cierto que hay investigaciones que afirman que puede ayudar a controlar el azúcar en sangre, pero no hay ninguna evidencia científica de que participe en la pérdida de peso. Otro tanto pasa con lo del limón en ayunas, que se vende, según el autor que leas, como depurativo, antigrasa o remedio para ir más al baño. Beber agua siempre es bueno para la motilidad intestinal. El limón lleva vitamina C, que no digo que sea malo, pero no es tan saludable como si te tomas una naranja entera. Y de ahí a que ese bebedizo en ayunas sirva para adelgazar, hay un trecho. El único milagro para perder peso es el de la disciplina y la constancia. Otra teoría para destruir grasas es la de beber agua con hielo, o comer alimentos fríos si la congelación no es del agrado del comensal. La idea es forzar al cuerpo a general calor para subir la temperatura. Es una soberana tontería: al llegar al estómago tardan poco en ponerse a la temperatura ambiental (la del sistema digestivo, se entiende). El gasto en esa termogénesis es mínimo. Por otra parte, está el planteamiento de que ciertas verduras aportan menos energía de las que hace falta para digerirlas, provocando un déficit calórico que, inexorablemente, tiene que conducir a perder kilos por la vía de la comida... Se dice de estos alimentos que tienen ¡calorías negativas! Pero no es verdad ni que se gaste más energía en digerirlos de la que aportan ni que las calorías puedan ser negativas. En cambio, sí lo es que, por ejemplo, haría falta más de 12 kilos de apio para obtener la energía de un día. Sobran las palabras... La masa muscular se construye en el gimnasio A veces, ni eso. Para crearla o reparar la que se destruye haciendo ejercicio, hay que comer proteínas en la ventana metabólica que se abre desde los 30 minutos hasta las dos horas posteriores al entrenamiento. Pero realmente no se sabe cuánto necesitamos ni cuánta utilizará finalmente nuestro organismo. “Cada individuo tiene una capacidad anabólica diferente. Depende del sexo, de las hormonas, la genética, la receta… Además de hacernos perder tiempo, dinero y esperanzas, hay un otro peaje a pagar: los riñones se ponen a filtrar sin parar y pueden sobrevenir patologías renales. Lo único que se deshincha es un globo, una rueda, un flotador… Es la principal premisa de la dieta de la piña. Su argumento: si la piña es diurética, incorporarla en todas las comidas, ayuda a desinflar el organismo. Más del 70% de los que pasan por la consulta de un nutricionsita creen que retienen líquidos, pero el caso es que cuando te aprieta el michelín, tú no quieres perder agua, quieres perder grasa. Además, aun suponiendo que mejores esa supuesta retención de líquidos, no estás yendo a la causa del problema, que puede tener origen linfático, hormonal, de falta de ejercicio… Puedes eliminar todo el líquido que quieras, que lo vas a recuperar. Y lo mismo con la famosa dieta de la alcachofa. Puedes desinflar un flotador, pero no el cuerpo: lo que quieres es perder grasa. Y el organismo tiene sus propios métodos de desintoxicación Las dietas détox se venden como saludables, vitamínicas, bajas en calorías porque hay mucha fruta y verdura, pero, sobre todo, capaces de eliminar todas las toxinas que supuestamente atesoramos en nuestro interior. Suelen consistir en batidos muy caros, que lo único que depuran es el bolsillo. El cuerpo tiene un sistema estupendo para hacerlo, que se llama hígado y riñones. No necesitamos más. En una persona sana, ese sistema de recogida de desechos funciona sin problemas. Obviamente, si te pasas una semana a base de ‘licuados’, probablemente estarás creando un déficit calórico y vas a bajar de peso. Pero, una vez más, faltarán macronutrientes, como proteínas o grasas. Y si llevan espinacas o remolacha hay muchos oxalatos que pueden favorecer la formación de piedras en el riñón. En 2018, estos zumos verdes fueron identificados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria entre las causas de que en Alemania se haya duplicado el número de diagnosticados de cálculos renales en los últimos siete años. De ahí que los haya incluido entre los 13 riesgos emergentes para la salud. Otra de las utilidades que se atribuyen es la de perder peso. ¿Qué sucede cuando se hace una dieta a base de bebidas verdes durante una semana? Un zumo contiene dos o tres piezas de fruta (cantidades que difícilmente se consumen enteras), lo que significa mucha azúcar y poca fibra [la pulpa se queda en el exprimidor]. Y masticar produce una sensación saciante mayor que la de beber. Además, la OMS establece una relación probable entre el consumo de zumos de fruta y la obesidad.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 15 de agosto de 2022
Regálate un momento de conexión contigo, permítete ir hacia dentro y contactar con lo que sientes, date la oportunidad de reconocer que necesitas el día de hoy. Tal vez, te has despertado con muchísima energía y motivación para hacer frente a lo que el día de hoy te presente. Tal vez al abrir los ojos, te has levantado con alguna molestia o dolor o tal vez sin tantas ganas de comerte el mundo. Sea como sea que haya empezado tu día, recuerda que al final, todo pasa. Que hoy por la noche te vas a ir a dormir y mañana abrirás los ojos a una nueva oportunidad. Que aunque a veces no se sienta así, los días grises, también terminan. Y v uelve a salir el sol . Recordar esto es un gran regalo que nos hacemos en nuestros días malos. Porque al saber que eso que duele es momentáneo, de pronto le dejamos de tener tanto miedo porque recordamos que no llegó para quedarse. Es ahí cuando nos podemos dar permiso de sentir las emociones poco placenteras que lo acompañan, porque sabemos que una vez que escuchemos lo que vienen a decir, poco a poco, se van a ir. El mundo y su naturaleza son el mejor lugar en el que podemos ver esto reflejado. Todos los seres vivos necesitamos estos cambios para existir. Y la vida funciona igual. Necesitamos esos días lluviosos que vienen a ayudarnos a regar todo lo que hemos sembrado, esos días que vienen cargados de lecciones y aprendizaje. Y cuando aparecen, siempre hay que recordar, que el sol no se ha ido a ningún sitio, que solo está escondido un rato detrás de una nube que va de paso. El viento se llevará las nubes y el sol volverá a salir. Y hoy te quiero ayudar a que logres conectar con esto, a que encuentres en tu mundo interno la calma de saber que todo va a estar bien y que logres volver a tu centro. Si estás teniendo un día complicado, respira, cierra los ojos, inhala y exhala de manera consciente. Puede ser que algo duela en este momento, y eso está bien. Puede ser que surjan varias emociones que no se sienten tan bien. Respira, date permiso de sentir. Recuerda que tus emociones no son tus enemigas, son tus aliadas y solo quieren ayudarte, solo quieren decirte algo, así que date permiso de escucharlas. Recuerda que el dolor va a pasar. El enojo, la tristeza y la frustración, también. Nada es para siempre, esto va a pasar. Deja que las nubes lleguen, deja que la lluvia caiga. El sol ahí está y cuando menos lo imagines, volverá a salir.
Por José Ignacio Núñez Ayuso 8 de agosto de 2022
En el maratón, el punto de inflexión se conoce como el muro. En la vida de la mujer ese muro es la menopausia, y va mucho más allá del hecho de que dejas de tener la regla. Para darte de baja en la natalidad de forma definitiva tu cuerpo baja drásticamente su producción de estrógenos, un proceso que viene acompañado de un auténtico tsunami de efectos secundarios que repercuten en la calidad de vida y en la salud cardiovascular, metabólica y ósea. Cada mujer los experimenta de distinta forma y con diferente intensidad, pero suelen incluir síntomas vasomotores (los sofocos), cambios en la composición corporal (tendencia al aumento de peso y a la acumulación del tejido adiposo en la cintura) e insomnio. Apalancarse es un error. Si a estos cambios añadimos los provocados por la vida sedentaria, puede desembocar en verdaderas patologías, como el síndrome metabólico, muy prevalente en las mujeres posmenopáusicas, que también incrementa la intensidad y frecuencia de los sofocos. Es un círculo vicioso del que solo se sale implementando hábitos de vida saludable. Los de siempre: dieta sana y actividad física regular. Pero, ¿por dónde empezar a moverse? Lo primero es saber que los estrógenos no solo regulan la vida fértil de la mujer. También la protegen del riesgo cardiovascular. Por eso aumentan los infartos en mujeres a partir de los 50 años. Su caída también se correlaciona con una mayor pérdida ósea, el aumento de la grasa abdominal y una aceleración de la sarcopenia (pérdida de masa muscular). Si hay algo que atenúa esos procesos es el deporte, tanto el ejercicio cardiovascular como el trabajo de fuerza. Es fundamental trabajar la fuerza porque con ella vamos a generar masa muscular, con lo que contrarrestamos la pérdida de masa magra asociada al envejecimiento. Además, una musculatura fuerte mejora el equilibrio y ejerce un papel protector sobre los huesos. Muchas mujeres que no han realizado trabajo de fuerza creen que ahora tienen que ponerse a cargar pesas como locas y no es así. Puedes trabajar con tu propio peso (sentadillas, planchas, flexiones…) o con bandas elásticas, puedes trabajar diferentes grupos musculares al ritmo de la música con TRX como hacemos en EXPRESS. No hay una receta única. Cada mujer debe buscar aquella rutina con la que se sienta cómoda, bien concentrando el ejercicio en unas sesiones a lo largo de la semana o incorporando algunas rutinas dentro de su actividad física diaria. Si nunca has practicado deporte, es fundamental que te sientas a gusto para generar un hábito físico. Estirar, saltar, bailar o todo a la vez La actividad de resistencia cardiovascular, por su parte, fortalece el corazón y contribuye a frenar el aumento de resistencia a la insulina asociado a la edad. Aunque todo dependerá de las características metabólicas de cada mujer. En este sentido hay estudios se inclinan por una combinación de ejercicios de alta intensidad con periodos cortos de recuperación. Así se consigue una pérdida de tejido adiposo y una ganancia de musculatura en un menor tiempo que con la actividad cardiovascular convencional (carrera, natación, ciclismo). Y tanto mejor si hay impacto para salvaguardar la salud de los huesos. El deporte con impacto estimula la producción de masa ósea. Y en un momento en el que se pierde, es de vital importancia. Si nunca has practicado deporte con impacto (como correr o saltar), no estaría de más realizar una densimetría ósea para conocer tu caudal óseo. Según lo fuertes que estén, el entrenador podrá meter más o menos carga sin temor a fracturas. Muchas veces pensamos que la osteoporosis es cosa de la tercera edad, pero hay mujeres que comienzan con osteopenia (pérdida de densidad ósea) a edades mucho más tempranas. Y en esos casos, el deporte con impacto puede ser contraproducente. Debemos empezar poco a poco. No se trata de ponerte a correr a toda velocidad. Puedes empezar con un caco (alternar minutos caminando y corriendo). O alguna clase de baile con pequeños saltos e ir de menos a más (barre o Express). ¿Y por qué me canso más ahora? Si no has practicado actividad física de ningún tipo es normal que te parezca la mar de cansado. Y que al día siguiente sientas que te han dado una paliza. Si ya eras deportista antes, es posible que encajes peor los entrenamientos después de la menopausia. El cansancio posentrenamiento no va estrictamente ligado a la menopausia, sino a la intensidad del entrenamiento y la forma física de cada persona. El cuerpo se adapta paulatinamente al ejercicio, solo hay que darle tiempo. Aun así, los años y los cambios hormonales hacen que la recuperación ya no sea tan rápida como a los 20 años y puede que algunos días te sientas especialmente agotada. Si eso sucede, date una tregua, alterna días de entrenamiento intenso con otros más suaves o, si lo necesitas, aumenta el tiempo de descanso activo entre las sesiones. Otro problema con la menopausia es que el sueño se altera y esto puede condicionar la calidad del descanso. En este sentido, la actividad física genera hormonas de placer (endorfinas) que contrarrestan el posible estrés propio de la menopausia. Además, la fatiga inherente a la práctica deportiva lleva al cuerpo a dormir mejor para recuperarse. Pero sabemos que en la fisiología humana dos más dos no siempre son cuatro. Habrá mujeres que no duerman mejor incluso haciendo deporte. Pero eso no anula el resto de beneficios de la actividad física. Siempre podemos recurrir al yoga y a la meditación para mejorar la calidad de nuestro descanso. En resumen, no va a ser fácil, pero sudar la camiseta (y no por los sofocos) compensa. Si te notas más cansada o tienes problemas de termorregulación, como los sofocos, en determinados momentos la actividad física será más complicada que en otros. Pero no debe ser motivo para dejarlo. Todo lo contrario: el cuerpo se adapta y la respuesta al ejercicio físico suele ser positiva. De hecho, hay estudios que demuestran que las mujeres que no hacen ejercicio físico presentan mayor riesgo de sofocos y sudoraciones nocturnas que quienes lo practican con intensidad y regularidad.
Kobido, el masaje facial japonés con efecto lifting
Por José I Núñez 29 de julio de 2022
Mejora e hidrata el aspecto de la piel, libera tensión muscular y combate el estrés y la ansiedad. Esta técnica ancestral de belleza se antoja, desde sus orígenes, como una de las más preciadas en la búsqueda del bienestar.
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